Los corazones
artificiales, llamados dispositivos de asistencia circulatoria mecánica, sirven
para reemplazar total o parcialmente el trabajo de un corazón gravemente
enfermo, ya sea en forma aguda o crónica. El objetivo es mejorar la función
circulatoria y asegurar el aporte de sangre y oxígeno al resto de los órganos
vitales (cerebro, riñones, hígado, etc.). Un paciente estabilizado puede
entonces esperar por la recuperación de su propio corazón, esperar por un
trasplante cardíaco o incluso continuar el resto de su vida con un corazón
artificial
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